El mosquito tigre (Aedes albopictus) es un insecto del orden de los dípteros, originario de los bosques del continente asiático que ha invadido algunas zonas del sur de Europa en los primeros años de este siglo.
En España fue localizado por primera vez en Sant Cugat del Vallés (Barcelona), en 2004, y desde entonces se ha extendido por toda Cataluña y otras regiones limítrofes. También se ha hallado en numerosos lugares de todo el mundo.
Parece ser que su rápida propagación por todo el planeta se debe en gran medida al comercio internacional de productos asiáticos, especialmente neumáticos usados mojados, que representan un excelente lugar para reproducirse, y plantas de Dracaena (bambú de la suerte).
La hembra, igual que otros especies de mosquitos, se alimenta de sangre para obtener los nutrientes necesarios para sus huevos, mientras que el macho se nutre a partir del néctar de las flores. La picadura de la hembra es muy dolorosa y provoca una reacción inflamatoria importante, que puede llegar a ser grave en algunas personas.
Esto provocó una gran alarma en las poblaciones catalanas en las que se detectó.
Sin embargo, el principal peligro de estos mosquitos reside en su capacidad para transmitir numerosas enfermedades tropicales, entre ellas el dengue o la fiebre amarilla.
Ante esta posibilidad, las autoridades sanitarias catalanas pusieron en marcha un plan de estudio del insecto para la toma de medidas preventivas con el fin de erradicarlo. Las principales de estas medidas han consistido en notas informativas a la población para evitar la reproducción del mosquito, como evitar mantener agua estancada en cubos, floreros, etc., así como fumigaciones con insecticidas específicos. Estas medidas empiezan a tener éxito y se está frenando su expansión, aunque algunos científicos afirman que el mosquito tigre acabará instalándose en todas las zonas cálidas y húmedas del planeta, zonas cada vez más frecuentes en Europa debido al calentamiento global.
Sin embargo, las autoridades sanitarias españolas insisten en que no debe crearse una alarma social ante este fenómeno, ya que los seres humanos desarrollamos una rápida inmunidad ante las picaduras, por lo que si las primeras son dolorosas, las siguientes pronto dejan de serlo. Además, para propagar ciertas enfermedades, antes deben picar a personas que las padezcan, por lo que las posibilidades de contraer dengue o fiebre amarilla por una picadura de este mosquito son ínfimas.
Sin embargo, las autoridades sanitarias españolas insisten en que no debe crearse una alarma social ante este fenómeno, ya que los seres humanos desarrollamos una rápida inmunidad ante las picaduras, por lo que si las primeras son dolorosas, las siguientes pronto dejan de serlo. Además, para propagar ciertas enfermedades, antes deben picar a personas que las padezcan, por lo que las posibilidades de contraer dengue o fiebre amarilla por una picadura de este mosquito son ínfimas.
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